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Periodista, Universidad de Los Andes,Chile. Community Manager Cami Junts, Comunicaciones. Diplomada en Prevención de Crisis Institucionales

3 min

II Domingo de Cuaresma

segundo domingo de cuaresma, es tiempo de comenzar a orar y pedir a Dios su misericordia y guía en esta época de dificultad.

Y yo, ¿Qué hago?
Seguro estás inquieto por las escalofriantes noticias que remueven a la humanidad. Te preguntas ¿Cómo puedo ayudar desde tan lejos? ¡No te desanimes! En este segundo domingo de cuaresma comienza a orar  porque la persistencia en la oración es la forma como enfrentar toda adversidad.
¿No sabes cómo empezar? Sé sencillo y simple. Hacer oración no es complicado. De hecho, el mismo Jesús te da unas pautas claras y concretas para que no equivoques el camino. En 10 min con Jesús te ayudaremos con 3 maneras de hacer oración propuestas por el Señor por su eficacia y facilidad.
El momento
Lo más bonito de rezar es que de algún modo se materializa la divina presencia de Dios entre los hombres. La oración crea un puente entre el cielo y tú. Por eso lo primero, tal como lo hacía Jesús, es buscar un momento. Jesús usaba la barca, el monte, la noche… digamos que era bastante original y flexible.
¡Haz igual! No te cierres a recogerte por dentro mientras vas camino al trabajo en coche o locomoción. Cuando cuidas a tus hijos mientras juegan, cocinas o te tomas el café en el trabajo. Cierra tus sentidos y pon tu mente en el Señor. Así entras en la presencia de Dios.
Jesús explicaba a sus discípulos que no había que hablar tanto, como los fariseos (a quienes le encantaba repetir y repetir). Sino que animaba a hacer una oración con el corazón.
segundo domingo de cuaresma
Habla Poco
Cuando le preguntaron cómo orar, Jesús enseñó el Padrenuestro. Medita, reflexiona, considera las frases del Padrenuestro (¡El mismo Cristo lo rezó!) y piensa en qué te dicen a ti esas palabras. A través de esa deliberación el Espíritu Santo te soplará ideas que son solamente para ti. De alguna manera la ecuación presencia de Dios+Padrenuestro+reflexión=oración.
Orar con el corazón es tomar la realidad de las cosas naturales (familia, trabajo, naturaleza, etc.) y guardarlas en nuestro corazón tal como lo hacía la Virgen María que guardaba “todas las cosas en su corazón”. El Señor sabe lo que te pasa, lo que te alegra, lo que te apena, pero desea que se lo digas tú. Necesita tu “SÍ”, igual que necesitó el de su madre para hacerse hombre.
Varios expertos nos ponen en alerta: del recogimiento depende todo. El recogimiento crea la apertura y el ´espacio´ interno de la oración. El espacio de la oración se constituye en la presencia del hombre ante Dios.
Segundo domingo de cuaresma
Una oración abandonada
En ese diálogo que vas a ir teniendo en tu interior con Dios mismo (todos tenemos una voz interior que nos habla todo el tiempo) puede suceder que pienses que Dios no te escucha. Todos hemos supuesto alguna vez que la Santísima Trinidad tiene problemas auditivos, ¡pero no!
Jesús, en la parábola del “Amigo Inoportuno”, Lc 9-13, nos enseña que Dios se goza en esa perseverancia y buen ánimo para insistir. ¿Queremos la paz? ¿Necesitamos un nuevo trabajo para enfrentar los desafíos económicos que a todos ha traído la Pandemia? ¿Nos han descubierto un problema de salud? No ceses de rezar.
Y después di cómo Jesús en el Monte de los Olivos “Que no se haga mi voluntad sino la tuya”. Mt 26,39. Abandona lo que rezas, déjalo en manos de Dios que tiene sus tiempos y motivos. Y descubrirás que todo es para bien, como San José, a quien dedicamos este 7° Domingo. Roguemos a él, que supo de tantas situaciones angustiosas, para orar con fe, con esperanza y con abandono total.
Romano Guardini, un teólogo muy importante, considera la oración como la base de una vida humana auténtica. Por eso suplica al Señor: «Enséñame a ver que sin oración mi interior se atrofia y mi vida pierde consistencia y fuerza«.
Una sugerencia particular
Este domingo se cumple un nuevo aniversario de la elección del Papa Francisco. Medita sobre él y la misión que tiene encomendada. Hoy en su corazón hay temas como la unidad de la Iglesia, la paz, la vida consagrada, etc. que deben importarnos a ti y a mí. No te olvides que todos somos Iglesia, y todos debemos sacarla adelante con fidelidad al espíritu que nos entregó el Señor: “Que nos amáramos todos, como Él nos amó”.

Escrito por

Cristina Balart

Periodista, Universidad de Los Andes,Chile. Community Manager Cami Junts, Comunicaciones. Diplomada en Prevención de Crisis Institucionales

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