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Deja que los hombres sean hombres

Masculinidad

«»Sabemos que nuestra sociedad produce un abundante suministro de muchachos —dice Robert Bly—, pero parece producir menos y menos hombres». Existen dos razones sencillas: no sabemos cómo hacer que los muchachos emprendan su camino a ser hombres y segundo, en realidad no estamos seguros de querer hacerlo.» (1)

Cuando un chico actúa caballerosamente, lo que hace es ofrecer sus dones para ponerlos al servicio de su más preciado tesoro. La mujer es para ellos un gran regalo.

«Sommers nos recuerda que durante la masacre de Columbine, «Seth Houy lanzó su cuerpo sobre una aterrada chica para escudarla de las balas; Daniel Rohrbough, de quince años de edad, pagó con su vida al arriesgarse a morir por mantener una puerta abierta para que otros pudieran escapar».» (1).

Adán nos llevaba en su corazón en forma de deseo desde el principio. Cuando Dios crea por fin a Eva, el primer hombre, colmado de alegría, reconoce inmediatamente el enorme valor que en ella radica, por ser carne de su carne y, al igual que él, imagen de Dios.

Ser hombre

Ser hombre es ser iniciador y esto, es algo innegable. Nuestros cuerpos tienen un lenguaje propio y el varón, actúa hacia el otro saliendo de sí mismo.

El sexo masculino es un símbolo para todos de que estamos llamados a donarnos, de que somos regalos.

«La esclavitud se detuvo por la fortaleza de hombres, a un terrible precio para ellos y sus familias. Los nazis fueron detenidos por hombres […]. ¿Quiénes cedieron sus puestos en los botes salvavidas que dejaban el Titanic, para que se salvaran mujeres y niños? Hemos olvidado que fue un hombre quien se dejó clavar a la cruz del Calvario.», (1)

Muy lejos de creerse superiores, hacia eso que es para ellos una belleza tan grande, desarrollan una especie de instinto protector que reflejan en actos como: llevarnos una maleta, abrirnos una puerta o dejarnos pasar primero. Nada más lejos de considerarnos flojas o inferiores, como erróneamente se piensa (aunque a veces, nos toca ser humildes y reconocer que, aunque en ocasiones se dé el caso contrario, por pura biología, ellos son por lo general físicamente más fuertes).

Distinguir las diferencias

La caballerosidad es reconocer el valor de la mujer, negarse a sí mismo (acentuando, al tiempo e irónicamente su hombría, aunque parezca contradictorio) y elevar la feminidad a niveles muy altos.

Como mujer, siempre he admirado la forma natural que tiene el varón de ofrecerse y puedo asegurar que, al menos a la mayoría, antes de hacerlo, ni siquiera se les pasa por la cabeza la palabra «débiles».

Dan lo que tienen, en definitiva lo que son, con humildad, sencillez, buena intención y muchas veces, incluso con la ilusión por poder aportar, aunque sea, algo.

En el darse, en el brindar seguridad, encuentran el reconocimiento de su valor (de ahí la importancia de dejar que los hombres, sean hombres). Es su modo más sencillo de aportar grandeza.

El cuerpo femenino supone para el hombre enorme belleza. Nos admiran por lo fácil que les cautivamos (en su caso, por lo general, obtener la atención de alguna mujer es un poco más complicado y requiere un poco más de trabajo).

Es por todo esto por lo que, si tuviera que definirlos con una sola palabra, sería, generosos.

Corazón del hombre

El valor que otorga el corazón del hombre a la mujer, se traduce en una necesidad de por ellas sentirse querido y aceptado, motivo por el cual es importante agradecerles y aceptar su ayuda cuando nos la brindan.

Hoy la sociedad se empeña en sacar lo peor del hombre, en reducirlo a un mero elemento clave para la perduración de la especie. En muchas ocasiones se habla de ellos como si fueran simples depredadores, algo muy bestia.

«Pero como dice Sommers, hemos olvidado una verdad simple: «La energía, la competitividad y el atrevimiento físico de los varones normales y decentes son responsables de mucho de lo que es correcto en el mundo».» (1).

El mundo, se ha convertido en un campo de batalla entre hombres y mujeres porque no somos capaces de mirarnos como tendríamos que hacerlo.

Piezas que encajan en un plan perfecto

Si nos esforzáramos, veríamos belleza en nuestra diferencias. Somos piezas que encajan perfectas en un plan perfecto.

«Todo hombre desea tener una batalla que pelear, una aventura que vivir y una bella que rescatar.

Toda mujer sueña con un hombre así». (1)

Yo, como mujer, me siento orgullosa de ellos. Su capacidad de darse, su manera de cuidarnos, de ofrecerse, me inspira infinita ternura y, no puedo más que sentirme agradecida por todos los hombres que Dios puso, ha puesto y pondrá a lo largo de mi vida.

Referencia Bibliográfica
  1. JOHN ELDREDGE, SALVAJE DE CORAZÓN.
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