En la última Audiencia del Papa (Diciembre 1, 2021) , el Papa Francisco dictó, por tercera vez una catequesis de San José, esta vez enfocándose en el santo como novio y marido, y basándose en el personaje justo que conocemos en los Evangelios.
En esta catequesis, el Papa nos invita a reconocer en San José algunas actitudes que deben ser repetidas e imitadas por todos nosotros:
Estar abiertos a los caminos de Dios
Cuando San José descubre que María estaba encinta antes de que vivieran juntos, sabía el destino que la esperaba. Porque, de acuerdo con la tradición judía, las parejas se desposaban antes de convivir, y mucho antes de consumar su amor. Por esto, José sabía que el niño de María no era suyo, y que de acuerdo con la ley, María era una adúltera que debía sufrir fuertes consecuencias por sus actos.
El Evangelio nos dice que San José no quería ponerla en evidencia y que esperaba dejarla en secreto. Yo pienso en lo difícil que debió ser para José, quien estaba feliz de casarse con una bella joven, feliz de comenzar una vida en pareja, y se encuentra con que su mujer estaba en cinta, y no era suyo el niño. Es decir, la Providencia irrumpió y sacudió la vida de estos jóvenes esposos.
Pero, en lugar de vivir los cambios de forma negativa, tanto José como María, supieron abrir sus corazones a la voluntad de Dios. Reconocieron que la voluntad divina es mejor y más sabia que ellos, y se acogieron a ella, con mucho amor. Gracias a esta apertura, todos nosotros podemos llamarnos cristianos, y fuimos salvados por Jesucristo.
Tomémonos un tiempito antes de reaccionar
¡Qué hombre tan bueno! Porque, no es algo común guardar silencio, y peor en aquella época, cuando las mujeres tenían muchas menos libertades y derechos. En realidad, de acuerdo con la ley antigua, José podía lapidar a María, esa era la consecuencia del adulterio. Pero José, que probablemente la quería, esperaba poder evitar lo peor, dejándola de forma secreta. No reaccionó impulsivamente, no dejó que sus emociones (que debieron ser muchas) tomen control de su vida.
¡Qué hombre de avanzada! Porque, muchos tendremos abuelos o padres, que con mentalidades antiguas, juzgan mucho más fuerte a las mujeres, o tendrán uno que otro pensamiento discriminatorio. Pero no San José, hombre de hace más de dos mil años, que vio el verdadero valor de una mujer embarazada, sin marido…y quiso protegerla dentro de sus posibilidades, manteniendo el silencio y tomándose un tiempo para reaccionar de forma apropiada.
El Evangelio no lo dice, pero me gusta imaginar que José se puso a orar cuando escuchó de María que estaba embarazada. Me lo imagino hablando, en el silencio de su corazón, con Dios Padre, pidiéndole guía… porque, honestamente, la mejor reacción a todo, es orar. Orar y tratar de dilucidar de entre nuestros pensamientos, lo que Dios espera de nosotros.
No seamos prisioneros de los que nos pasa
Sí, muchas veces podemos sentirnos prisioneros de lo que nos pasa. Pensamos, «pobre de mí que me paso esto o aquello», y nos vemos como víctimas del destino, sin libre albedrío, o peor, sin que exista la Divina Providencia en nuestras vidas. Pensemos lo que vivió José, pero él nunca dejó que le sobrelleve la angustia o el estrés.
Pero, al igual que José, debemos tomarnos el tiempo para analizar las distintas situaciones que se pueden presentar en nuestras vidas. De esta manera podemos descubrir cómo actúa Dios a través de nosotros, sea para convertir a otros, para limpiar nuestras almas, o ¡hasta para probar nuestra paciencia!
Veamos la vida de forma diferente
Mi primo pequeño, de once meses, sufre de un cancer cerebral, y ha tenido que vivir ya dos largas operaciones en su corta vida. Este tipo de enfermedades suelen ser suficientes para que los padres se sientan víctimas del destino, lloren y hasta maldigan su suerte.
En cambio, sus padres, mi tía y su marido, han sabido ver los designios de Dios en esta enfermedad, y al igual que San José, se tomaron con calma esta vicisitud. Han sido un ejemplo de fe y confianza en la Providencia, me gusta pensar que es el mismo San José, quien intercede por su pequeña familia de tres.
Ellos, que viven en el Brasil, con mucha, mucha fe, le están pidiendo a Dios un milagro por intercesión del Siervo de Dios, Marcelo Henrique Câmara (si quisieran hacer la novena por mi primo Guido, pueden encontrarla aquí). Esperamos que por medio de estos actos de fe, Guido se cure pronto, y sea testimonio de la grandeza de nuestro Señor.
Porque en realidad, nadie es víctima del destino. No somos pequeñas marionetas, sin fuerza ni voluntad para hacer nuestro camino. Al igual que José, quien en lugar de quejarse o vivir como prisionero de la vida, buscó la manera de actuar de forma justa; nosotros también debemos intentar tener una actitud ganadora, encarando el futuro con alegría y fe, aunque nuestras vidas no sean perfectas.
Mantengamos vivo el perdón
San José, una vez que en sueños conoció el verdadero origen de Jesús, no dudó en llevarse a María a su casa. Y es que, cualquier otro pudo haberle guardado resentimiento, o dudar de su pureza, pero no San José. Él vio en la Virgen a Dios, y supo pasar la página para seguir adelante en su vida matrimonial.
Y esto es algo que debemos emular. No guardar resentimientos, no mantenerse enojados con nuestras parejas, el Papa inclusive recomienda que nadie se vaya a dormir enojado con su esposo o esposa. Sino que se perdonen, para comenzar el día siguiente de la mejor manera y con Dios de la mano.
Oremos con el Papa
San José,
tú que has amado a María con libertad,
y has elegido renunciar a tu imaginario para hacer espacio a la realidad,
ayuda a cada uno de nosotros a dejarnos sorprender por Dios
y a acoger la vida no como un imprevisto del que defendernos,
sino como un misterio que esconde el secreto de la verdadera alegría.
Obtén para todos los novios cristianos la alegría y la radicalidad,
pero conservando siempre la conciencia
de que solo la misericordia y el perdón hacen posible el amor. Amén.