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María Judith Turriaga Eguiguren

Ecuatoriana. Profesora, capacitadora de padres y maestros en toda América Latina. Autora de los proyectos educativos escolares en sexualidad

6 min

Hablemos de sexualidad con los hijos, los sobrinos y los nietos

No importa el lugar: si es una gran ciudad, un pequeño pueblito o un caserío perdido en las montañas. Da lo mismo si es un adolescente o un niño. Casi no hay distinción si él o ella asiste a una escuela pública o privada. Puede darse en cualquier lugar del mundo occidental.  Puede ser una persona joven y amada de nuestra propia familia.

Una niña de 10 años afirmó muy complacida que era bisexual. Un joven adolescente insiste en que le bastan las chicas de los videos pornográficos que mira a diario. Una adolescente de 13 años aterró a sus papás revelándoles que es lesbiana. Un joven pide ayuda porque no sabe qué hacer para conquistar a “una diosa empoderada”.

El gerente de personal de una empresa de prestigio está preocupado porque se presentan para pedir trabajo mujeres jóvenes suficientemente tituladas, pero con un claro rechazo por la vida matrimonial en contraste con los hombres jóvenes que acuden a su oficina acompañados por su mamá.

love talks

Una mujer, recién casada y con gran ilusión por tener hijos, descubre que sus trompas de Falopio son una masa de tejido supurante e intratable, resultado de una infección de transmisión sexual que pudo haber contraído en algún contacto sexual casual siendo adolescente.

Dos jovencitos de 12 años, que asisten a un colegio muy caro y prestigioso de la ciudad capital de su país, violan en el baño del colegio a un niñito de 6 años.

Desde Texas hasta Patagonia se podría escribir un libro de anécdotas, todas de la vida real.

Hablar serena y eficazmente

corregir sin enfado

¿Existen modos de hablar serenamente acerca de temas controversiales sobre sexualidad, vida y amor?

Niños, adolescentes y jóvenes tienen auténtica necesidad de saber acerca de los temas más fundamentales de la vida. Esa necesidad es sana, pero algunas de sus fuentes de información pueden no serlo.

Debemos tomar en cuenta que estamos viviendo en la sexta década de un fenómeno cultural que ha roto los grandes vínculos entre sexo y amor, entre sexo y procreación, entre amor y vida: la revolución sexual.

Nuestros seres queridos más jóvenes están expuestos, desde muchas instancias omnipresentes y poderosas, a las ideologías que han surgido de dicha revolución. Pensemos en los estragos del feminismo radical, la ideología de género, los movimientos eugenésicos y genocidas a favor de eliminar la vida más vulnerable.

Los retos que niños, adolescentes y jóvenes afrontan son enormes y tienen verdadera necesidad de guía y consejo, incluso aunque no lo pidan.

Es muy importante que los padres, y también los tíos y abuelos, estén preparados para explicar con exactitud, rigor y delicadeza lo que los chicos quieran saber acerca de esa realidad tan noble que es la sexualidad humana. La sexualidad tiene que ver sobre todo con la vida y el amor, con la capacidad de establecer vínculos con carácter de permanencia, con la posibilidad de donarse y de recibir a otra persona en donación, con la posibilidad real de ser feliz.

La persona humana tiene inteligencia y voluntad libre. Una verdadera educación de la sexualidad y la afectividad debe ser integral. Formar la inteligencia con la verdad y la voluntad con el bien. Formar la inteligencia y el carácterPara ello es necesario estar preparados, conocer, saber.

Es enorme el desarrollo de distintas ciencias que nos iluminan sobre la naturaleza y la dignidad de la persona, sobre la dinámica de los sentimientos, sobre la esencia de la libertad, sobre la naturaleza del amor sexuado, sobre las bases biológicas y genéticas de la identidad sexual, sobre la posibilidad de lograr personalidades maduras en el mundo digital. Acerca de las claves del perfeccionamiento humano tenemos, al menos, dos mil años de sabiduría.

Esto, ciencias y formación del carácter, lo tienen que conocer los adultos para lograr que los niños y jóvenes de su familia sepan la verdad, quieran libremente el bien, desarrollen el buen gusto y sean capaces de amar.

Sexulaidad

Una propuesta sencilla, necesaria y profunda

Hemos de convertirnos para nuestros seres queridos más jóvenes en la voz autorizada sobre sexualidad humana. Si niños y jóvenes están permanente y sistemáticamente invitados, por las series y películas, por las redes y los medios de comunicación, por las ideologías y las leyes a estilos de vida poco saludables; nosotros hemos de ser verdaderas, eficientes y constantes voces acerca del significado profundo y maravilloso de la sexualidad humana y sus imperativos éticos.

Solo una educación sexual y afectiva basada en la verdad, la libertad y el bien puede llevarlos a una vida sana y feliz.

¡Aporta siempre luz, no calor! ¡Conoce para iluminar y acoge a cada persona en su singularidad!

Si quieres que sean felices, enséñales a amar

UNIDOS PARA SER LIBRES Y FELICES
La felicidad ha sido definida como la tranquilidad que es consecuencia de haber alcanzado un bien deseado.
Es verdad. Cuando deseamos algo y lo obtenemos, estamos felices. Los bienes mayores producen más felicidad y por mayor tiempo.

No hay mayor bien que el amor. La persona que ama y es amada es feliz, aunque le falten otros bienes como la salud, el dinero, o la fama. La felicidad y el amor están íntimamente ligados. Si queremos ser felices debemos amar.

Si queremos que nuestros hijos, nietos y sobrinos sean felices hemos de enseñarles a amar.

Una exitosa educación de la sexualidad y la afectividad es una educación para enseñar a amar de verdad.

AMAR CON EL AMOR DE CRISTO

Los padres deben y pueden educar integralmente a sus hijos. Esto significa educar a la persona completa. Pueden y deben educar el cuerpo, los sentidos, los afectos, la voluntad y la inteligencia de sus hijos. Abuelos y tíos pueden ayudarlos en su tarea: apoyándolos, motivándolos, proporcionándoles material interesante y eficaz, dando ejemplo de vida a sus nietos y sobrinos. Todos los adultos tenemos responsabilidad en esto.

Ahora también la escuela colabora con los padres en la educación de la afectividad y la sexualidad de los niños y adolescentes, pero son los padres los primeros y mejores educadores de sus hijos.

La escuela educa de modo subsidiario. Es decir que la escuela educa por encargo de los padres. Han de estar muy atentos para velar para que esa educación sea una verdadera educación. Es decir, que promueva el perfeccionamiento de sus hijos. Si no lo hace; pueden y deben actuar. Quejarse, reclamar sus derechos e impedir que se confunda o dañe a los niños y adolescentes.

Educar es perfeccionar. Si un libro, un proyecto, unas clases no perfeccionan significa que no educan. Es un derecho de los padres el exigir que la escuela rectifique y eduque realmente.

Esta es otra de las razones por las que tenemos que estar preparados. Hemos de estar alerta acerca de lo que la escuela transmite en el ámbito de la sexualidad humana.

Una verdadera educación de la sexualidad y la afectividad promueve el perfeccionamiento de cada persona y le ayuda a alcanzar la felicidad.

Sexualidad

Conocer para educar

Es muy clara la necesidad de formarse.

Es preciso saber y saber mucho.

Hay que conocer y estudiar los principios básicos de la antropología de la sexualidad humana. Hemos de saber cómo ayudar a los más jóvenes a lograr la madurez emocional necesaria para poder amar. Debemos tener nociones de bioética y derecho. El reconocimiento de la fertilidad es un área científica muy desarrollada y su aplicación es muy importante en el proyecto de vida personal y familiar. ¿Sabías que hay aportaciones de la neurociencia en la formación para la libertad y el amor?

Para educar integralmente es preciso conocer la dinámica de la formación de los hábitos del carácter.

Ciencias y formación del carácter. Aportaciones milenarias y descubrimientos modernísimos. Es preciso formarse a fondo para tratar todos los temas con la altura, rigor y profundidad que merece la dignidad de la persona humana inteligente y libre, corpórea y sexuada, libre y capaz de amar.

Chesterton decía: “La única educación eterna es esta: estar lo bastante seguro de una cosa para decírsela a un niño”.


Escrito por

María Judith Turriaga Eguiguren

Ecuatoriana. Profesora, capacitadora de padres y maestros en toda América Latina. Autora de los proyectos educativos escolares en sexualidad

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