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Adviento: sintoniza tu corazón

Sintoniza tu corazón

Es posible que en tu vida cotidiana te encuentres abrumado por tus responsabilidades diarias en tu oficina y hogar, sumergido en los logros por alcanzar del puesto que tanto anhelas, en la diversión a la que te lleva la sociedad actual, en el poder que te atrae y atrapa, en ciertas amistades superfluas, en el consumismo al que te lleva el entorno o el querer mantener cierto estatus social.

Es así como se pasan los días con pocas oportunidades para profundizar en aquellas cosas que le dan un valor y significado al estar aquí y ahora.  Llenando el presente de un completo vacío, donde cada segundo se hace demasiado prolongado. Todos los distractores que se te presentan hacen poco probable que le dediques un espacio a Dios en tu vida.  Es el Adviento: ‘presencia’, ‘llegada’, ‘venida’;  tiempo del año o más bien periodo litúrgico que te está llamando a que te prepares internamente para la venida de Jesús.

Si al leer estas pocas líneas te sientes identificado o tienes amistades que han perdido su norte, vale la pena recordarte que el Adviento te invita a detenerte, en silencio, para captar la presencia de Dios. Es un tiempo para estar despierto, para recibir a Cristo que pasa, a Cristo que viene, para mantener un auténtico encuentro con Él.

Y ya que Juan el Bautista es un personaje importante en estos días, al pensar en él se me viene a la cabeza la imagen del desierto que nos hace pensar en la austeridad y, además, que en el desierto todo aquello que sobra estorba, ya que hace el camino más pesado y fastidioso.

¿Qué es lo que debo hacer?

Prepara el corazón para la venida de Cristo.  Hay que facilitarle entrar en nuestro corazón y para eso debes despejar el camino pensando que estás en el desierto y que todo lo que no conecte con tu propósito estorba.  Por eso disipa los malos sentimientos como son: la frustración o irritación, la sensación de vacío, las preocupaciones, los temores excesivos, la desconexión con los demás, los remordimientos, la envidia, el resentimiento, la apatía hacia las cosas de Dios, entre otros que puedan estar haciendo pesado este camino.

Pregúntate si esta Navidad será como cualquier otra o si será una Navidad donde te esforzarás por fortalecer el reencuentro con la amistad que más importa, la amistad con Jesús.  

Haciendo espacio a Jesús es posible «redescubrir la esperanza», especialmente en el tiempo que nos prepara para la Navidad, nos dice el Papa Francisco.

Tres disposiciones para sintonizar tu corazón

Persiste en tu oración, permanece en alegría y conecta con lo bueno que te pasa cada día.

Persiste en tu oración:

Habrá días en que tendrás muchas ganas de hablar con Jesús, pero es inclusive en aquellos momentos en los que no te provoca hablar con Él cuando más atención debes ponerle.  A veces el ‘estar’ con Él ya será un momento de acompañarlo en un diálogo sin palabras.  Date el tiempo de buscar nuevas formas de hacer oración.

Te sugiero le des una revisada a este curso, que a pesar de que está diseñado para madre e hijas, es una oportunidad que no sólo te ayudará a recordar, sino que es bastante probable que aprendas cosas nuevas sobre la oración, como que la puedes hacer con música; además, se te ofrece un reto que te ayudará para realizarla a diario.

Es a través de la oración que entramos a una relación estable con Jesús, en donde irás afinando tu alma para aprender a escucharlo no solo mientras oras, sino también a lo largo del día.

Permanece en alegría:

En medio de un entorno secularizado que puede convertir nuestra vida en un aburrimiento constante por la falta de sentido, descubrir que en el fondo de tu corazón existe un anhelo de santidad y que atenderlo te llevará en un futuro a encontrarte en el Cielo con Quien más importa; te ayudará a mantenerte expectante y vibrante.

Esa vibración será gracias a la oración, a ese reencuentro con Tu persona favorita. Y es que, ten presente, que la verdadera alegría proviene de la fe y del encuentro con Cristo.

«Estad siempre alegres» (1 Ts 5,16), dice san Pablo.  Incluso cuando las situaciones no sean las más favorables.  Es en la apertura a lo sagrado, en la estrecha relación con Dios de donde proviene una gran alegría.

Conecta con lo bueno que te pasa:

¿Cuántas veces en el día te detienes a agradecer a Dios por todo lo bueno que te pasa?  Hazlo por amor a Él,  ser agradecido te hará crecer tu corazón.  La generosidad que tiene Él contigo puedes observarla estando más atento a lo largo de tu día. Conviene que sepas que la gratitud es una virtud que abre el corazón a Dios.  Siendo agradecido verás cómo crece tu conciencia sobre Su acción en tu vida; porque todo lo bueno es don de Dios.

En la Misa, cuando el sacerdote eleve el pan y el vino en el Altar, ofrécele tus alegrías y bendiciones junto a los dones recibidos.  Haz de tu gratitud una ofrenda espiritual.  La Eucaristía, “acción de gracias”, es un buen momento para agradecerle por todo lo bueno.

Sintoniza tu corazón con estas tres disposiciones que harán que conectes con lo que Jesús te quiere decir en estos momentos del año y toma dimensión de esfuerzo en lo espiritual.   Con esta nueva perspectiva, en el Adviento notarás cómo todo lo externo sí te habla de esta llegada tan esperada.

Jesús te invita a levantar tu mirada al Cielo, a mantenerte despierto y con tu corazón ligero.

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