¡Siento que este 2023 se ha ido volando! Y puedo decir también que ha sido un año espectacular: risas, aprendizaje, también pruebas, lágrimas, pero en todo caso ha sido una prueba manifiesta del amor de un Dios que hasta el extremo me ha amado. Y con este año que está por irse llega una hermosa época. Navidad. Y esto nos pone a la puerta del inicio del Adviento, 4 semanas donde tenemos la tarea de preparar el corazón para recibir a aquel Niño que está por nacer.
La ciudad empieza a iluminarse, los árboles de Navidad se empiezan a hacer presentes, el espíritu de las fiestas se empieza a sentir; pues es preciso querido lector que el corazón también empiece a prepararse, y por esto el Adviento es tan importante en la vida de nosotros los católicos. Porque sí, se viene una hermosa fiesta, tan hermosa, que requiere que el corazón se aliste, que el alma esté presta a recibir todas las gracias propias de la Navidad.
Dejemos de lado lo comercial, el agite, lo material y centrémonos en lo esencial. Jesús. Enfoquémonos en ser como aquel pastor que con un tambor preparó camino para encontrarse con el Mesías, como san José preparemos el corazón para la venida de aquel que su vida dará por nosotros, con María juntos caminemos en este tiempo de Adviento, quién mejor que Ella para enseñarnos con su amor maternal a preparar la venida del Niñito Jesús.
Vamos a meditar juntos en la Virgen, aquella mujer que nos ha cautivado, aquella que sueña caminos, aquella que sabe que el Niño está muy cerca. Vamos a sumergirnos en su corazón hermoso, para que sea Ella, quien nos enseñe cómo prepararnos en este Adviento, para que su amor maternal nos ayude a acompañarla en este sueño de amor hermoso, en esta noticia que será de gran alegría para el mundo entero. El nacimiento del Mesías.
Ella está a la espera. Aprendamos a esperar junto con María la venida del Señor.
La Virgen María, cuyo Sí, abre la puerta del amor al mundo, ha de ser nuestra guía en este Adviento. Entremos a la Escuela de María, a contemplar desde sus ojos, la vida del Mesías, su dulce espera, dejémonos contagiar por la buena Esperanza de esta dulce Madre que ama tanto, confiemos como Ella confía, amemos como Ella ama, esperemos en las promesas del Señor como Ella espera. No hay nadie mejor que Ella para enseñarnos a hacer morada a Jesús en nuestro corazón.
Es una época ideal para iniciar la hermosa devoción de rezar el Rosario, que nos enseña a ver la vida de Jesús, a través de los ojos y el corazón de María. Te animo a que reces el rosario, qué gracias innumerables recibirá tu alma por esta hermosa devoción! Son 50 rosas de amor para nuestra Reina del Cielo, 50 súplicas que la Reina llevará a Jesús. ¡Qué regalo tan hermoso para Jesús!, que rezando el Rosario revistamos de rosas a su Madre Santísima.
Otro detalle de amor que te puedo invitar a tener con esta dulce madre es que lleves junto a ti una estampita. Te aseguro que este detalle de amor llenará de gozo el corazón de Ella, pero ante todo a tu alma le dará grandes frutos. Ciertamente, una foto de nuestro ser amado nos recuerda su presencia, nos recuerda cuánto le amamos. Una imagen de la Virgen junto a ti te enternecerá y hará que tu corazón anhele sumergirse en su precioso manto maternal.
La Virgen sabe que el Niño, está muy cerca
El gozo de la Navidad es preciso que lo vivamos desde la época del Adviento. Se acerca la venida de Jesús, se acerca el nacimiento de aquel Mesías que los profetas mencionaron, de aquel que sería paz y consuelo para Israel y para todos nosotros. Por supuesto que nuestro corazón debe estar muy alegre, y presto a gozarse de amor por este acto inmenso de Misericordia de Dios. El nacimiento de su hijo.
Aunque haya dudas, inquietudes, bajones, y problemas, nada nos puede quitar el gozo inmenso de la venida de Jesús. Y es que deben resonarnos aquellas palabras de Santo Tomás Moro «no hay tristeza que el Cielo no pueda curar». Y ciertamente en Navidad viviremos el Cielo en la Tierra, pues el mismo Cristo viene por amor a cada uno de nosotros.
Es momento de alegrarnos, la eternidad viene llegando. El Rey de Reyes viene por amor a ti y a mí, ¡qué motivo de inmensa alegría siempre! Vivamos siempre alegres, porque viene Jesús. Que sea María y su amor maternal que nos enseñe a soñar el camino de la venida del Salvador.